A nadie le importa, nadie sabe, todos creen conocer, pero nadie sabe.
Ya nadie escucha, dicen sí mietras siguen pensando que no.
Todos estan locos.
Quizás yo soy la más loca de todos, pero el simple hecho de plantearse la cordura es un rasgo de lucidez. No, no estoy loca. Ellos son los locos.
Todos escupen palabras vacías como sus cerebros, que rebotan contra el suelo y te dan en la cara si no te apartas a tiempo.
Si tropiezas mirarán hacia otro lado con tal de no tenderte una mano.
Se alegraran de tus fracasos aún cuando te den una palmadita en el hombro y te digan que lo sienten, porque decirlo es fácil, sentirlo es otro asunto.
Disfrutaran viendo como te lames las heridas como un perro lastimado trás cada fracaso, disfrutaran pero cada alegría procedente del mal ajeno les pudrirá un poquito más por dentro.
Hasta que ya no sepan empatizar con el resto. Tendrán una manzana marrón y seca en lugar de un corazón.
El karma existe, tiene que existir.
Al final todo acaba bien. Siempre todo termina bien.
No escuchar. Taparse los oidos y los ojos y persistir.
Recuperar la ilusión.
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